Que bellos y fantásticos son los campos ingleses. Son verdes en primavera y blancos en invierno.
Algo tan elegante y satisfactorio es andar a caballo por esos campos, que están llenos de flores y de mariposas coloridas. Más placentero es aun cuando tenemos compañía, no importa que persona sea, lo importante es compartir la campiña inglesa con alguien de tu agrado.
La travesía es para contar anécdotas de nuestra infancia, reír y divertirse.
Después de andar a caballo, podemos corretear hacia la colina y tirarnos desde arriba como pelota que viene en bajada. Nos levantamos y vemos el mundo girar…Al ratito decimos: “Otra vez, otra vez” como si tuviéramos 8 años. No importa la edad, es muy divertido.
Se hicieron las cinco de la tarde. Es hora del té. Ponemos un mantel en el suelo, abrimos la canasta, sacamos las tazas, destapamos en termo, servimos el té, abrimos el recipiente de las ricas galletitas y a tomar el té. ¡Qué lindo y que rico!
Es una tarde que nunca olvidaremos. Luego vemos el sol ponerse en el horizonte, es hora de volver a casa.
Los caballos estaban, muy contentos, pastando en las praderas. Nos subimos a ellos y salimos a todo galope por los campos ingleses.
Otro día quedamos en volver.
Otro día para compartir.
Otro día para soñar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario