lunes, 27 de diciembre de 2010

Mi ángel amigo

Él es mi amigo y compañero.
Mi más fiel amigo.

Su belleza es como el aire que llega en primavera,
Su caminar es delicado y de gran porte,
Sus cabellos, que caen sobre su lomo, son blancos y luminosos.

Es un ángel de Dios, mi más fiel amigo.

Amigo en las buenas,
Amigo en las malas,
Amigo de noche,
Amigo de día,
Amigo en toda mi vida.

Ángel amigo, mi gran compañero aventurero, que siempre estuviste conmigo. Todo lo que te respeto. Todo lo que te admiro. Todo lo que te quiero. Todo, todo…  lo que siento por ti mi gran amigo y colega.

Son infinitas las palabras que te describiría, son millones los papiros donde escribiría tu nombre, son tantas y tantas las cosas que quisiera decirte que no me alcanzan.

Solo quiero decirte algo, gracias por ser mi amigo.

(Dedicado al hermoso animal que es el caballo)

viernes, 24 de diciembre de 2010

La mano de la noche



La noche era oscura. No había nadie en las calles. Mis pasos eran ecos de la noche. Solamente eso se escuchaba.

No tenía rumbo. Yo, solo, seguía y seguía. No me importaba. Pero me intranquilizaba. Cada vez mi corazón se aceleraba más y más.

Doble a la derecha en un callejón más oscuro que el anterior. Seguí, más y más. No había un final, no había nada en realidad.
Ahora doble a la izquierda y proseguí. Como no había nada. Mi mente se hizo la nada también. De pronto, me agarraron la mano. Entonces volví en si. Me llevaba de vuelta por el pasillo donde había estado anteriormente. Yo no sabía quien era. Podría ser mujer u hombre. Nunca pude saberlo.
La oscuridad se hizo luz. Pero no de armonía. Sino de terror. Me seguía llevando de la mano. A nuestros costados había fuego, mucho fuego. Me empecé a asustar. Mi corazón aceleró de 70 latidos, por minuto, a 85. Entonces me apretó más la mano. Nos detuvimos y me dijo:
- Bienvenida.
- ¿A dónde? – le pregunté.
No me contestó. Tiró, otra vez, de mi mano y me empujó. Caía, caía, caía…
Cuando me di cuenta. Estaba acostada en mi cama.
Cuando me levanté, otra vez, me tomó de la mano. Y seguimos caminando nuevamente por el mismo lugar. Y  así una y otra vez.




El cambio

El aire había cambiado…


Las flores de todas las formas y colores rozaban en mis piernas al caminar.

El mundo había cambiado…

Mi sonrisa acompañaba, las sonrisas que me hacían otros al pasar por tierras llenas de leyendas y mitos aventureros.

Yo había cambiado…

Mi mente, aguda y penetrante, exploraba los infinitos pensamientos vivaces que poseía.
Mi mente me ayudaba a ver el cambio que se proyectaba en el camino a la eternidad.


La Buena Nueva

La armonía delicada y profunda de los coros celestiales, traspasaba el aire del verano estrellado de esa noche en Belén. El sonido de las trompetas doradas y brillantes anunciaba la Buena Nueva.
Una madre llena de gozo y juventud miraba a su hijo recién nacido. Ella lo arropaba con sus manos finas y delicadas. En el cielo, una estrella brillante iluminaba el camino de la esperanza que había nacido.
Todo era felicidad. Muy pocos sabían que ese niño dormido, al lado de su madre y de su padre adoptivo, algún día seria; el Rey de reyes y el Salvador de nuestros pecados. Ese niño se llamaba Jesús.


miércoles, 1 de diciembre de 2010

Los tres elementos


Hubo una vez  tres elementos. Elementos que no fueron objetos. Fueron misteriosos seres que tuvieron y tienen vida.
El primero era el león. Con su temple y valentía marcó la infancia de una niña. El león hizo llorar de emoción y tristeza a la pequeña. Ella lo imitaba en todo momento de su vida. En el juego, en el aprendizaje, en las palabras, etc.
El tiempo pasó la niña se hizo una jovencita tranquila y respetuosa. Entonces llegó el turno del segundo elemento. Éste era mágico y poderoso. Tuvo tanto poder que se transformó en un mago. Él la llevó por todas sus aventuras, llenas de magia y emoción. Hizo de la joven. Alguien muy feliz. Tan feliz. Que no tuvo palabras para expresarle, al mago, lo feliz que había sido con él.
Sin embargo, faltaba algo. Que llegaría al final de su adolescencia, ya entrando en su edad adulta.
El último elemento era el más importante. Era un hombre. Éste ser cerró el triangulo de los elementos. Le dio sentido a la vida de esta niña que se hizo mujer.
El hombre tuvo dos caras. Que marcaron la vida de la muchacha. Ella nunca entendió como fue que este ser apareció. Se presentó de la manera menos esperada. Pero le dio rumbo para poder encaminarse en la vida. Una vida que no se sabe como fue.
Tres elementos: el león, el mago y el hombre. Formaron parte de la niñez y juventud de esa mujer.
La cadena del triangulo siempre quedó abierta, ya que a lo mejor hubo otros triángulos en la vida de la niña-mujer. 


En la vida siempre algo nos acompaña. Ya sea un amigo, un objeto o una animal. Por eso, es importante siempre agarrarse de algo para nunca sentirse solo. 


martes, 30 de noviembre de 2010

La esperanza de tu mirada

Vi en tus ojos esperanza 
Una esperanza que había perdido.


De un lado de tus ojos, 
vi la luz. 
Del otro lado,
vi la amistad.

Agarré tu luz
Agarré tu amistad
Y agarré tu mirada
Una mirada que se perdió en la mía
Una mirada expectante y eterna
De la cual nunca olvidaré
De la cual siempre perdurará
Y de la cual marcó en mí, una nueva esperanza que son las ganas de vivir.

Sangre



La sangre derramada por el dolor recorría mis sueños, que se transformaban en pesadillas.
La sangre hacía un camino largo y duradero. Del cual me levantaba y me caía, una y otra vez.
Esa sangre que tanto me hizo sufrir.
Esa sangre que tanto me hizo llorar.
Esa, esa… es la sangre que recorrió en ti.


Cronología de Julio Cesar

·           100 a. C – Nacimiento en Roma de Julio César. ·          82 a. C. – Escapa de las persecuciones de Sula. ·          81-79 ...