Llegué al altar,
te miré y me enamoré,
aún más de ti.
Dos anillos se unieron, para
nunca más separarse.
Dos almas se juntaron, para
marcar un destino jamás imaginado.
Nuestros corazones, fueron testigos
de un latir palpitante.
Dios fue testigo de nuestro amor divino
y puro.
Dios nos dio la bendición, para que
nuestros caminos nunca se rompan.
Al finalizar, te miré, me miraste y nos besamos.
Un minuto después, nos separamos, nos dimos vuelta,
y emprendimos camino a la salida triunfal, que fue
el inicio de nuestra vida de amor y felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario